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martes, 18 de septiembre de 2012

Otra de tantas entradas sobre el AMOR.

Una vez pasa el tiempo, todo vuelve a su lugar.
Las flores se marchitan y vuelven a crecer, como si fuesen amores que nacen y mueren en un cierto tiempo.
Si, de nuevo una entrada sobre el amor, ¿cuántas habréis leído ya en vuestra vida? Y lo más importante: 
¿Quién soy yo para hablar del amor?
¿Acaso si lo he sentido? ¿Acaso si lo he visto alguna vez? 
Pensamos que el amor, tiene que ser como en una película, y tienes que sentirte como se sentía la protagonista de tu película romántica favorita. Pero no, el amor no tiene explicación viable y mucho menos forma fija
Mucha gente encuentra el amor en alguien totalmente distinto a su persona, alguien de quien jamás pensó enamorarse, alguien que apenas comparte sus gustos pero los respeta, alguien que esta ahí en cada momento, alguien al que no le importe los comentarios de los demás, alguien que le quiere de verdad.
Otros, caen en esa maraña de sentimientos confusos con alguien a quien conocen de toda la vida, en quien nunca se habían fijado y sin embargo, siempre había estado ahí.
También, hay personas que encuentran a alguien con quien comparte todos sus gustos, con quien pueden hablar de todo y al que pueden contarle cualquier cosa sin importar el qué, el cuándo ni el cómo. 
También está esa gente que poco después de un desamor, encuentran a alguien en el que apoyarse y se dan cuenta, con el tiempo, de que esta persona, en poco tiempo, ha logrado encerrar sus penas en un cajón y tirado la llave, y poco a poco, con cada detalle, con cada insignificante palabra, se van haciendo felices, hasta que, a ninguno le importa el qué dirán, y se acaban lanzando a por lo que quieren.
Al caminar por la calle, he visto muchos gestos, muchos detalles, en los que verdaderamente, el amor era palpable
He visto como un anciano cogía la mano de su mujer mientras caminaban por la calle.
He visto como dos jóvenes reían sentados en un banco mientras se miraban a los ojos casi sin parpadear.
He visto como, de rodillas, un hombre le pedía matrimonio a su novia en medio de la calle, y esta, emocionada y casi sin poder contener las lágrimas, emitía un débil sollozo y un enérgico sí mientras se lanzaba a su cuello para abrazarle.
También he visto como un chico, salía de su coche y lo rodeaba para abrirle la puerta a su novia, y más tarde, cogerla de la mano y sorprenderla con un beso.
He visto parejas idénticas, con los mismos gustos, el mismo estilo, cogidos de la mano por la calle, con sus skates en la mano, y sus mochilas colgando en la espalda.
He visto como un adolescente levantaba a su novia del suelo tras caerse al intentar hacer alguna que otra acrobacia que él le había enseñado.
He visto como parejas muy diferentes el uno del otro compartían un helado tranquilamente en la mesa de una heladería sin importarles que la gente les mirase.
He visto muchas cosas, sentido otras tantas y vivido aún pocas.
Aún así, ¿alguien sabe explicarme por qué sentimos la necesidad de amar?
Yo aún no lo sé, y no creo que vaya a saberlo.
Con cada error, con cada bache, aprendemos algo y nos conocemos un poquito mejor, siempre lo he dicho.
Y he aquí, otra de tantas entradas sobre el amor.