Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional
.

Seguidores

miércoles, 24 de octubre de 2012

Mis libros 4.


—Ryan no lo entiendo, no te entiendo. –susurró ella volviéndose a tumbar y colocando una mano en su mejilla, acariciándole- Me hablas mal, me ignoras, me insultas y después, hay momentos en los que cambias radicalmente, concentras toda tu atención en mi, me tratas con dulzura, incluso... me besas, sinceramente no te entiendo. –Ginna se dio cuenta de que los labios de Ryan cada vez estaban mas cerca de los suyos- Esto es una locura.
— ¿Acaso el amor no da lugar a la locura? –susurró colocando un dedo bajo la barbilla de Ginna, haciendo que ella le mirase a los ojos.
— ¿Acaso lo que tu sientes es amor? –masculló ella con burla.
— ¿Acaso te he hablado yo de lo que siento? –le espetó él.
Ginna no supo que contestar a eso, acababa de derribar todas las murallas que esta se había impuesto para no sucumbir ante él, para no lanzarse a sus brazos cada vez que le veía.
Él aprovechó su silencio para besarla.
Ella le devolvió el beso mientras enredaba sus dedos en el pelo de Ryan.
Él se puso sobre ella, colocando su cuerpo entre las piernas de Ginna y besando su boca casi sin dejarla respirar.
Ella echó su cabeza hacia atrás, estremeciéndose de placer y dejando que él besase su cuello.
Él se quitó la camiseta, tirándola a un lado, y desabrochó los botones de la camisa de Ginna, deslizándola por su cuerpo hasta quitársela.
—Ryan yo... –susurró ella rodeándole con sus brazos.
—Lo sé. –dijo él dulcemente.

martes, 16 de octubre de 2012

Ellas.

No puedo explicar como me sentí en aquel momento. 
Fue solo un instante, en el que me di cuenta de cómo todo a mi alrededor, había cambiado. 
Ellas se había alejado de mí. 
Todas aquellas promesas, se habían roto.
Las risas, los abrazos, los llantos, los enfados, las tardes de karaoke, se habían esfumado, dejando vacío.
Un vacío oscuro y frío que me ahogaba, y me mantenía en un estado de inconsciencia permanente.
Apenas lograba escuchar las palabras huecas que mi corazón susurraba, tampoco las lágrimas sordas que mis ojos dejaban caer.
Ya no íbamos cogidas de la mano por nuestros caminos, manteniéndolos unidos.
Habíamos dejado que el tiempo nos cambiase, y que los problemas creasen agujeros irreparables en nuestra amistad, alejando nuestras manos para separarnos por completo.
Ya no éramos capaces de mirarnos a los ojos cuando nos cruzábamos por la calle.
Teníamos miedo de encontrar odio en la mirada de la otra, y de no poder soportarlo.
Poco a poco, el cielo se iba tornando mas y mas oscuro, y los colores cálidos del atardecer desaparecieron en pocos minutos.
Viendo aquel parque, no podía evitar acordarme de todas y cada una de las tardes pasadas allí.
En un silencio sepulcral, me mantuve toda la tarde contemplando el lugar donde nos conocimos. 
Extrañándolas, odiándolas, deseando que apareciesen de un momento a otro, no queriéndolas ver.
No sabía si era capaz de enfrentarlas una vez se diesen cuenta de lo que estaban haciendo, una vez se diesen cuenta de que lo estaban haciendo mal, no sabía si... quería volver a lo de siempre.