—Ryan
no lo entiendo, no te entiendo. –susurró ella volviéndose a tumbar y colocando
una mano en su mejilla, acariciándole- Me hablas mal, me ignoras, me insultas y
después, hay momentos en los que cambias radicalmente, concentras toda tu
atención en mi, me tratas con dulzura, incluso... me besas, sinceramente no te
entiendo. –Ginna se dio cuenta de que los labios de Ryan cada vez estaban mas
cerca de los suyos- Esto es una locura.
—
¿Acaso el amor no da lugar a la locura? –susurró colocando un dedo bajo la
barbilla de Ginna, haciendo que ella le mirase a los ojos.
—
¿Acaso lo que tu sientes es amor? –masculló ella con burla.
—
¿Acaso te he hablado yo de lo que siento? –le espetó él.
Ginna
no supo que contestar a eso, acababa de derribar todas las murallas que esta se
había impuesto para no sucumbir ante él, para no lanzarse a sus brazos cada vez
que le veía.
Él
aprovechó su silencio para besarla.
Ella
le devolvió el beso mientras enredaba sus dedos en el pelo de Ryan.
Él
se puso sobre ella, colocando su cuerpo entre las piernas de Ginna y besando su
boca casi sin dejarla respirar.
Ella
echó su cabeza hacia atrás, estremeciéndose de placer y dejando que él besase
su cuello.
Él
se quitó la camiseta, tirándola a un lado, y desabrochó los botones de la
camisa de Ginna, deslizándola por su cuerpo hasta quitársela.
—Ryan
yo... –susurró ella rodeándole con sus brazos.
—Lo
sé. –dijo él dulcemente.